19 de mayo de 2013

ALFARERIA MARTIN

Hemos estado dando un vuelta  por Fresno de Catespino, una pequeña villa de la provincia de Segovia, cargada de historia, a la que se llega de fácilmente por carretera, pues está muy cerca de la A1 y de la nacional 110. Se sitúa a 13 km de Riaza y a la misma distancia de Ayllon.


Por su elevación natural pueden obtenerse maravillosas vistas de toda la comarca y en especial de la Sierra de Ayllón .


La modernización y el paso del tiempo, han hecho que se fueran perdiendo muchos de los oficios tradicionales, pero hay un oficio que ha conseguido permanecer casi intacto hasta nuestros días aportando fama a este lugar.


Las manos de Sebastian y su hijo Juan Carlos siguen elaborando casi como antaño piezas de barro.


Los primeros datos que se conocen referentes a la ubicación de la alfarería en Fresno de Catespino, se remontan al siglo XVIII. En el catastro ordenado por Ensenada, consta que la villa se componía de 92 vecinos y había 3 herreros, 2 alfareros que ganaban 3 reales al dia y 5 tejedores.

En la calle real numero 1 se encuentra bajo su casa,  la única alfarería actual de la villa. Sus precios son muy accesibles e impresiona la variedad de piezas.








Amablemente nos ofreció la posibilidad de visitar su taller, verdadero museo de como se elaboran estas artesanales piezas.


Fresno se caracteriza por el color rojizo de su terreno, muy rico en hierro, que caracteriza las piezas que se elaboran en el taller.

Una vez bien amasada la arcilla y perfectamente preparada, se fracciona en porciones conforme al tamaño de las piezas y pasan al torno. Tras ser torneadas se colocan en unas tablas y se sitúan en el secadero o bien se dejan al aire para que se sequen y la arcilla pierda el agua. En el caso de que hubiera que ponerles alguna pieza añadida, como por ejemplo, las asas, tiradores o pitorros se espera hasta que el casco de la pieza permita apoyar las manos sobre él sin que se hunda.

Cuando las piezas están totalmente secas adquieren un color más claro y mayor dureza.



En este secadero permanecen las piezas una vez terminadas hasta que pierden toda su humedad,  momento en que se pueden esmaltar, lo que se efectúa sumergiendo las piezas en un baño previamente preparado y  después  ya están listas  para la cocción.


La forma en que se introducen las piezas en el horno, es una composición de "tetris". Primero las piezas grandes, encajandolas en las paredes del horno, luego se continua con el hueco del centro, las grandes sobre el suelo y el resto boca abajo para que llegue mejor el calor. 

La temperatura del horno alcanza los 900 grados y el proceso dura unas 9 horas.

Hoy en dia se cuecen en hornos industriales de gas con materiales refractarios específicos aunque antiguamente se cocían en horno de leña que se fabricaba con adobe de arcilla (barro y paja).

Tuvimos la oportunidad de ver la joya de la casa, este horno de adobe que se utilizaba antiguamente.




Impresionante la colección vasijas y piezas  antiguas que conservan, todo un paseo por el tiempo.


Os animamos a que les visiteis y aprovecheis para visitar Fresno de Cantespino.


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